Reproducimos el texto de Sergio Sánchez:
Marisol siempre tenía un sonrisa. Socarrona y dulce. Aún cuando no sonreía, la llevaba puesta porque eso significaba que estaba preparando alguna pequeña travesura e intentaba disimular.
Sus ojos lo decían siempre todo. Era una de esas hermanas/madres corales a las que mirar siempre por toda la calma que te aportaba. Por encima de afinación y empaste, estaba la energía y cariño que transmitía. Una de esas miradas a buscar allá donde te tocara cantar para «hablar» durante el concierto con la complicidad de los ojos y sonrisas.
Fiel cuidadora de cuantas/os pasamos por las cuerdas de contralto de los coros en los que cantó. Su risa, a muchos nos transportó a tesituras de acordes fuera de lo musical: los de la amistad.
Hoy llega a mis oídos que el mundo coral de Canarias perdió hace días a una de sus contraltos más históricas. Una de esas que ha hecho historia de la música en Canarias desde el anonimato de los coros aficionados que tantas horas de música regala al gran público; una de esas personas que ha llenado escenarios y cultura de las islas de forma altruista durante muchos décadas. Pero, sobre todo, que llenó corazones y almas de muchas/os que convivimos a su lado en mil y una singladuras.
Cantó en el coro de Pepita Verona, en los del Conservatorio de Las Palmas de Gran Canaria y en muchos más que ahora soy incapaz de enumerar. Sus gafas, su pelo corto, su sonrisa, su risa, su voz, su mirada y sus bromas han estado presentes durante décadas en escenarios de teatros, altares de iglesias y donde allá la llevara la cultura coral de las islas que tanto amaba.
Te echaremos mucho de menos. La voz de contraltos de la música coral de Canarias ha perdido, sin duda, a una de sus mejores personas. Afortunadamente, te reúnes ya con tu mami querida y con muchos de las/os hermanas/os que esta vida se llevó antes que a ti. Chiquito coro están montando allí arriba, cristiana…
Descansa en paz, Marisol de Sancho.